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Sinopsis
Dios Se Lo Pague (1948) cuenta la historia de Juca, un trabajador, cuya invención es robada por su jefe. Su mujer se ha suicidado por este hecho y él decide vengarse. Opta por disfrazarse de mendigo, se hace rico con la limosna y comienza a vivir una doble vida como mendigo (Juca) y como capitalista (Mario). Conoce a una mujer, Nancy, y la convierte en su amante. Luego planea huir con otro hombre que resulta ser el hijo del antiguo patrón de Juca.

Como hemos visto, en los años 30 y 40, las historias corporativistas eran extremadamente populares. El mensaje político de la época era que todo lo que un país necesitaba era un estado benévolo que no se posicionara firmemente ni en el fascismo ni en el socialismo. Con este compromiso bajo un Estado que ve todo, nada podía salir mal. Argentina no fue una excepción, especialmente bajo Juan Perón. En 1943, Perón ayudó a derrocar el ineficaz gobierno civil de Argentina. Como secretario de Trabajo y Previsión Social, se ganó la simpatía de los trabajadores industriales, que lo ayudaron a ser elegido presidente en 1946. Las opiniones políticas de Perón se inspiraron tanto en la izquierda extrema como en la derecha extrema: mientras que colmaba a los trabajadores de beneficios muy necesarios, restringía severamente las libertades civiles. En 1948, tanto él como su carismática esposa, Evita, prosperaron.
Durante el gobierno de Perón, las representaciones positivas del Estado corporativista a través de los educadores, los trabajadores de la salud, la policía y otros empleados del Estado fueron una constante. Era un reflejo no sólo de la convergencia ideológica entre el Estado y la industria cinematográfica nacional, sino también de las leyes de censura que proscribían las representaciones negativas del Estado y sus representantes. Dios Se Lo Pague no siguió todas las reglas peronistas, ya que se hizo para un mercado internacional, pero fue la película de los estudios más ambiciosa de la época y defendió mucha de la moral peronista. Basada en una obra de teatro brasileña del mismo nombre, era la historia de dos personalidades y su reconciliación culminante.
Por un lado, nuestro protagonista es el mendigo llamado Juca que imparte consejos sociales a sus amigos como “los que dan limosna no son generosos; dan dinero con la esperanza de que se les pague con buena suerte”, y habla de la mendicidad como una profesión auténtica que requiere habilidad. Para cada persona a la que pide limosna, utiliza una estrategia diferente. Es un trabajador inteligente que gana su dinero moralmente e imparte lo poco que puede. Como el capitalista Mario, puede ser mucho más generoso con su dinero, ya que da a Nancy una nueva vida, pero sus gestos son distracciones de la venganza que busca al acumular riqueza. Estos papeles que interpreta parecen totalmente diferentes, pero están unidos por su ineficiencia. Ninguno de los dos personajes puede realmente ayudar a la gente o cambiar sus circunstancias.

Cuando Juca conoce a Nancy, los dos parecen diferentes pero comparten ese mismo espacio vacío y falta de realización. Utilizan cualquier habilidad que tienen para leer a la gente e intentar conseguir dinero y seguridad de ellos. Nancy utiliza un disfraz para hacerlo, mientras que Juca usa una barba falsa. Los dos se conocen cuando hay un asalto en el casino y se llevan muy bien. Por ello, Juca decide pagar de forma anónima una noche de fiesta en la que conoce a Mario. Como su segunda personalidad (Mario), él le ofrece una nueva vida. Será su amante y vivirá con todos los lujos en tanto que no le haga preguntas sobre él. A primera vista, es un gran cambio, pero en realidad, los dos sólo han cambiado de apariencia. Los dos pasan de ser mendigos esperanzados que sólo puedan ofrecer su inteligencia a capitalistas amargados con vidas vacías. En una fiesta que ella organiza durante una de las muchas noches en las que él sale a pedir limosna en secreto, ella imagina su futuro juntos. El montaje la muestra a ella sola en los momentos importantes de su vida. Es en ese momento cuando tienen una gran pelea y ella comienza a ver a Pericles Richarson.
Es también en este momento cuando vemos que los dos personajes de nuestro protagonista son su debilidad y posteriormente hacemos un flashback al momento que le hizo ser así. Nos enteramos de que su jefe le había robado un invento cuando sólo era un trabajador de la fábrica y eso le causó el encarcelamiento durante 8 años, y el suicidio de su mujer. Ese jefe de fábrica era el padre de Richarson y ese daño creó una herida tan profunda que lo partió en dos. ¿Cuál es la solución? Durante la mayor parte de la película, cree que la venganza le curará, pero cuando lo intenta, fracasa. Nancy se toma su venganza contra el padre de Richarson como algo personal y se va.

La verdadera solución llega cuando Mario le revela a Nancy que es Juca. Cuando puede decir la verdad sobre quién es realmente a los demás, puede decirse a sí mismo. Mario deja a Nancy con un regalo que demuestra que es Juca y se va a sentar en la escalinata de la iglesia, pero esta vez no va vestido como el mendigo Juca ni como el capitalista Mario. No tiene barba ni traje elegante. Está en un punto intermedio, representando una conciliación metafórica de sus dos personalidades. Nancy llega a la iglesia y también está vestida de forma diferente, con un chal blanco sobre la cabeza, como un halo que explica la pureza de sus intenciones mientras deja caer los pesos y joyas en el sombrero de Mario. La escena es similar a cuando se conocieron por primera vez, ya que Nancy deja caer monedas en su sombrero y él responde “Dios se lo Pague”. Lo mismo le dijo a la primera persona que le dio dinero, pero esta vez está completamente cambiado. La apariencia es similar pero las circunstancias son muy diferentes.
Finalmente, entran en la iglesia y vacían el dinero en la cesta de la colecta, practicando así la lección de vida que Barata, su amigo mendigo, acababa de enseñarle: dar libremente lo que se tiene y pedir humildemente lo que se desea. Esto juega a favor de la lucha espacial corporativista de la película. Mario y Nancy pasan del casino a un lado de la calle al exterior de la iglesia, aunque nunca llegan a entrar en ella. Es el bien contra el mal y finalmente han elegido el bien. Al final, Mario concilia con éxito el trabajo y el capital al utilizar su capital para el bien común en lugar de para el beneficio personal o la venganza. En Dios Se Lo Pague, el discurso corporativista de la conciliación entre el trabajo y el capital se entremezcla con el discurso nacionalista de Perón de una tercera vía corporativista entre el capitalismo y el socialismo. Sin olvidar las sorprendentes similitudes, narrativas y físicas, entre la Nancy ficticia y Eva Perón.

La película también es profundamente peronista en su autocensura. Los cineastas solían enfrentarse a esta prohibición trasladando cualquier conflicto social a un pasado pre-peronista. La película parece intemporal y ninguna línea del guión nos da pistas sobre la época en la que estamos viviendo. Además, la mayor forma de corrupción está doblemente alejada de la realidad, ya que aparece como un flashback. Cualquiera de los problemas que se produjeron en el mundo, Perón los resolvió… según las películas de la época. En su mundo, dos personalidades muy diferentes pueden reconciliarse y la nación puede existir como una familia feliz.